lunes, 15 de agosto de 2011

Lo que no podemos ver.

Todo aquello que se esconde en el vacío. Lo que nuestros ojos no son capaces de apreciar. Un rostro que esconde su llanto en la soledad. Un suspiro que se desvanece en un viento que se lleva pedazos de vida, de momentos que solamente son para uno mismo.
Aquello que se esconde entre los arbustos y sólo podemos notar su olor. Olor a secretos, a intimidad, a cosas que queremos descubrir, pero que pertenecen a otros, no son nuestras, no nos poseen, no las podemos ver.
Aquello que se guarda en los rincones, rincones cerrados con llave, una llave que es arrojada a quién sabe dónde, y de la que sólo tendrá posición esta vida que lleva y trae misterios en los que nos inundamos sin caer en la cuenta de que hay pequeños detalles que se nos escapan, detalles que pueden ser pequeños para nosotros, pero grandes para otros.
Señores, hay cosas que la vida nos esconde sin más, cosas que la vida no nos quiere descubrir, o cosas que simplemente no queremos ver.
Ha llegado el momento de apreciar los pequeños detalles de cada día y de observarlos fijamente, porque siempre las cosas más importantes se nos pasan.
Y siempre habrá cosas que no podramos ver, pero sabemos que están ahí, en nosotros mismos, y serán guardados, como grandes secretos.

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