martes, 14 de febrero de 2012

Carta San Valentín

Dime que te vas a quedar conmigo para siempre, que no me dejarás sola esta noche. Dime que todas mis noches serán contigo. Dime que podré dormir mientras respiro el perfume de tu aroma. Dime que tus ojos se clavarán en mí al despertar. Dime que tu voz temblará al pronunciar mi nombre. Y dime que vamos a brillar juntos.
Te juro que me encantaría correr ahora mismo hacia ti, agarrarte de la mano y llevarte lejos. Muy lejos. A un lugar perdido, únicamente de los dos. Pero no sé cómo hacerlo. Me remito a soñar todas las noches con el ardiente brillo de tus dorados ojos, y con el reflejo de los rayos de Sol posado en estos. Puedo jurarte ahora mismo que jamás he visto una imagen más bella. Es algo irreal, idealizado. Es como una melodía de piano tocada por un ángel.
Anoche soñé que me abrazabas, muy fuerte, como si quisieras retenerme, como si quisieras que jamás me escapara de tu lado. Soñé que me susurrabas al oído que me ibas a llevar a un mundo mágico y encantado. Luego desperté, con la luz de Luna descansado en esa fotografía tuya de mi escritorio.
¿Lo notas? Mi corazón se paraliza cuando estás cerca, la garganta se me reseca, tiemblo. Es algo parecido a no respirar. Me gustaría que sintieras lo mismo, pero irremediablemente, tu odio por mí es algo que entiendo perfectamente.
Quisiera pedirte perdón por mis errores del pasado, jamás quise hacerte daño. Ahora estoy arrepentida. Aún lo recuerdo todo como si hubiera sido ayer.
Aquel día en el que te conocí. Aún recuerdo tu cabello rizado enredarse y entrelazarse en mis dedos. Y tus labios posarse sobre los míos. Y me recuerdo a mí huyendo, recuerdo mis lágrimas pasearse por mis mejillas llenas de miedo. Y recuerdo como sentí que el mundo se partía en dos. Y que al instante me di cuenta del error que había cometido.
Podría prometerte que permaneceré a tu lado. Podría llorar de arrepentimiento. Podrían mis ojos lanzarte un grito silencioso diciendo lo mucho que te amo. Y podría callarme también y alejarme de ti. Pero simplemente voy a dejar caer esta carta en tu mano y luego voy a desaparecer. Únicamente para que conozcas lo que realmente siento, ya que no tengo valor para hacer otra cosa, solo soy capaz de escribirte estas tristes y pobres líneas en este papel arrugado.
Espero que algún día puedas entenderme, no te pido que correspondas mis sentimientos. Pero solo te ruego que algún día puedas perdonarme. Porque no hay cosa que me hiciera más feliz que poder contemplar esa sonrisa tuya otra vez. Y que esta sea para mí, aunque fuera la última vez.
Te quiero más de lo que jamás podrías llegar a saber. Quizás ni yo misma lo sepa.

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