martes, 5 de julio de 2011

Vive, ama.

Y nos posee el viento. Su brisa nos da la vida. Son momentos que apreciamos y vemos tan fáciles, pero somos felices. ¿Y por qué somos felices? Simplemente porque ha llegado el momento de serlo.
Vamos a cambiar la rutina para que cada día tenga un detalle especial. Porque como bien se dice, hay que vivir de los pequeños detalles, porque los grandes sólo aparecen de vez en cuando, y si nos pasamos la vida esperándolos, esta se pasa sin que la hallamos saboreado siquiera.
Quizás solo haga falta una palabra para que todo recobre sentido.
Quizás solo un suspiro, una llamada, una mirada. Quizás alguna de esas cosas tenga la clave de nuestra felicidad, de que todo tenga una razón de existir, pequeña en el mundo, entre millones y millones de personas, de lugares, de sentimientos, pero muy grande para cada uno de esos habitantes que llenan este mundo, tan complejo, lleno de ira y rencor, de dolor, y de amor, amores tristes, desolados, amores encantados, deseosos de ser encontrados, dispuestos a dar todo de si mismos para vivir una aventura llena de fantasia y plenitud, y dispuestos a ser libres, y a vivir, porque ser feliz es una meta que todos podemos alcanzar si nos lo proponemos.

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